Entran los gigantes
Qué momento extraño es aquel, en la vida, donde reconocemos esa; no poco extraña tampoco; cualidad del paso del tiempo donde aceptamos -o comenzamos a darle su bienvenida a- la idea de la “reducción del campo de batalla”. Así pasamos de lo transcendental a lo concreto, de lo imposible a lo impulsivamente realizable; de lo soñado a lo meditable. Los sujetos potenciales de ser adjetivados de “revolucionario” comienzan a cambiar; vamos sorprendiéndonos con ello; día a día. Es una forma de aprehender el tiempo, una que se presenta de tal manera que hace de nuestras sensaciones algo ajeno pero también algo novedoso y desafiante.
Si la vida es mantenerse fiel a una idea de “lo ideal”, el hecho de que ella mute y podamos continuar nuestra vigilia en su preservación ¿implicaría claudicar o, justamente, todo lo contrario? ¡Qué va! La revolución también es un cambio, un sacudón ¿o no?
En “Utopía mínima“ Oscar Favre nos está compartiendo ese momento; casi cautivando con él. Ese instante; un instante revuelto; en tanto generador de una nueva visión para su vida. El mismo que no puede recordar en “Saltos” pero que lo lleva indefectiblemente a seguir avanzando en la vida.
La configuración de ese nuevo mundo, ese nuevo espacio a habitar; no es aquel en donde uno se pueda imponer sino que debe ser constituído con el otro. Y así aparece alguien que te regala un nuevo imaginario con tal fuerza y tal peso que es necesario hacerlo carne. Las delicadas guitarras de la explendorosamente bella canción “Un mundo” hacen eco el deseo de transitar un objetivo común pero también algo mucho más aventurado; el compartir un mismo cuerpo. Uno y el otro es uno. Eso es una revolución.
El relato sigue y Oscar nos da cuenta del pasado y de lo que fue dejando atrás; de la sorpresa y el aprendizaje. A tientas se avanza, con pasos en falso. Sí. Pero no vanos. Nos invita otra vez a repasar lo vivido pero sabiendo que todo el tiempo estamos improvisando. Una nota metida en ese momento no fue indicado, pero ahora sabemos. Es dejar de hacerse el tonto en aquellos momentos donde se nos cruza por la cabeza pensar que el tiempo es infinito.
Un bajo y una batería conforman el backbeat de las nuevas sorpresas a descubrir. “Qué música te hará sentir?” nos trae la melodía, con la consistencia de un recuerdo, que canta en “Cosas que pensé hace tiempo”. Mientras siguen resonando esos sintetizadores elásticos y eternizados pensamos en varias; y nos ponemos contentos.
Transparente e inasible llega su voz desde la canción que da título al disco. Una vez más la consolidación de una existencia reconocida en el otro. Esta vez en aquellos que saben convertir algo aparentemente accesorio en el transcurrir; en algo vital. Los amigos. Las música avanza. Prístina y contendora. Reverberante en sus riff de guitarras embelesantes. Y un eco profundo y aguzado.
Todo avanza. Cada Mañana. Uno y sus miedos; pero sabiendo que el fuego del hacer los puede desaparecer. Unos coros fascinantes que se dividen de las cuerdas de esa melodía sobrecogedora se encargan de ponernos en aviso.
El lo hace y nosotros con él. Vamos forjando un nuevo ámbito a conquistar; un nuevo perímetro donde ir aprendiendo a morar; vamos gestando nuestra nueva revolución.
Y entonces; las últimas notas de un piano dócil acompañan el último acto de sinceridad que, a esta altura, ya genera en uno nada más que gratitud. Nos confiesa que entiende que este nuevo trayecto a comenzar no es uno de certezas. Es un camino acechado por los expectros de un pasado que se puede repetir. Necio es el que se arroja al encuentro sin aprender de los errores.De tratar de buscar en lo gomozo del espacio sideral nuevas formas para alejarse de todo a este puñado de canciones preciosísimas Oscar Favre nos cuenta cómo es crecer.
Es alguien que viajó millones de años luz para dejar una nueva forma de vida en nuestro corazón.
Oscar Favre fue integrante y voz de Sumergido. Baterista y compositor del grupo Hermanxs. La base motor del ensamble de improvisaciones Pulmón y cantante del trío de electro-pop Maitreya. “Utopía mínima“ es su primer disco solista. Editado por Planeta X Discos y con una pequeña ayudita de Juani Favre y Martín Arias en guitarras, Manuel Schillagi en bajo, Nata Rangone en teclados está disponible para que lo escuches cuando quieras.